Rusia se encuentra en pleno siglo XXI inmersa en su proceso de construcción nacional, proceso que la mayoría de los Estados de Europa vivieron en el siglo XIX tras las guerras Napoleónicas. Por razones que más adelante se detallarán La Rusia Imperial y más tarde la URSS retrasaron dicha construcción hasta que la Rusia de los 90 se encontró controlando un vasto territorio multicultural y con una población rusa mayoritaria (del 80%) pero muy diseminada. Putin "el autócrata" de la "flamante" Nueva Rusia, es también el "padre" de una nueva nación, ya que está poniendo mucho empeño en la construcción de una identidad nacional basada en la fe Ortodoxa, el idioma ruso y la imagen de un "nuevo imperio" poderoso y centralizado.
Pero la Rusia actual lejos de ser un país uniforme y unificable presenta una población étnicamente variada, con una baja tasa de natalidad entre los rusos y con una población musulmana que va en aumento, debido a su más alta tasa de natalidad y la immigración de personas procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central ahora independientes. Moscú es ya la ciudad europea con mayor cantidad de musulmanes y si las previsiones se cumplen la fe islámia superará a la ortodoxa durantes los próximos 50 años.
Si Rusia no cambia su política de construcción nacional se encontrará en un breve periodo de tiempo con una mayoría de población considerada como ciudadanos de segunda, lo que podría conllevar serios problemas políticos y sociales. El presente artículo pretende contextualizar esta idea, valorar los posibles conflictos que se puedan derivar y deja abiertas posibles soluciones.
1.
Contextualización
histórica.
a. Tradición
imperialista y la construcción del Estado nacional ruso.
Mientras en la Europa medieval el feudalismo impedía la
formación de un Imperio central, en Rusia el zar era el gran señor feudal. Así
a diferencia del resto de Europa, donde el feudalismo dio paso al absolutismo,
en Rusia el feudalismo se desarrolló en el marco del sistema absolutista, como concesión
de los zares a la aristocracia, una de estas concesiones fue la implantación de
la servidumbre, lo que impidió la aparición de una burguesía urbana importante.
Otra de las características del absolutismo ruso fue su alto grado de
militarismo, que permitió grandes conquistas territoriales sobretodo hacia el
Báltico, Siberia y Asia Central.
Así mientras en el resto de Europa y a partir de la
revolución francesa, se configuraba la idea del Estado-nación y la democracia
liberal, en Rusia existía un gran Imperio territorial centralizado y dominado
por los zares, por eso coinciden numerosos autores como; González Clavar C,
Dupuy H y Lvin B que a la caída del Imperio en 1917, Rusia no se había
constituido aún como Estado-nación. Según este último;
“la revolución nacional de Rusia se llevó a cabo en la era soviética, antes
Rusia era un imperio que le legitimaba por el poder en sí mismo”.
Durante su expansión el Imperio conquistó multitud
de pueblos convirtiéndose en su cárcel, pero Lenin supo canalizar sus
aspiraciones para mostrarse como libertador, el bolchevismo simplificó los
grupos sociales y se dotó de una ideología que legitimizase el proyecto común,
en un principio la construcción de la identidad ciudadana se basó, como diría
Borja J en un conjunto de derechos y deberes políticos y no étnicos. Pero con Stalin esta liberación se volvió a
tornar en imperialismo, si con la revolución rusa de 1917 se reconocía el derecho
a las naciones de Rusia a la autodeterminación y por el tratado de
Brest-Litovsk Rusia perdía parte importante de su territorio, más tarde la
derrota alemana en la primera guerra mundial, la guerra civil de Rusia y el
avance del ejército rojo permitía a la URSS recuperar casi todo el territorio
que administraba el Imperio Ruso. El desequilibrio demográfico y territorial
entre las diferentes repúblicas y Rusia, permitió que ésta capitalizase el
poder dentro de la URSS. Stalin inició a partir de la década de los 30’ un
proceso de sovietización, que era sinónimo de rusificación del territorio,
además la manipulación del estalinismo condujo a que el puzzle étnico ruso se
reordenase más en base a las fidelidades de las élites locales a Stalin que por
cuestiones de identidad nacional o étnica.
Se puede decir que durante la era soviética el supuesto
federalismo fue más retórico que real, ya que el estado funcionaba, a la
práctica como un estado-nación y se intentó la homogeneización de la población.
Pero el territorio poseía una población muy
heterogénea con un gran número de nacionalidades, 23 de las cuales superaban el
millón de personas, esta heterogeneidad sumada al carácter imperialista del
Estado hicieron que la URSS nunca llegase a consolidarse como estado-nación
constituido.
La desintegración de la Unión Soviética no solucionó este
problema, ya que los nuevos e independientes estados tenían a su vez numerosas
minorías étnicas en su interior, sobretodo en el caso de Rusia donde Boris
Yeltsin, pero sobretodo Putin han llevado a cabo políticas centralizadoras del
Estado y han intentado recomponer la idea de una Rusia Imperial. En este
contexto afirma Lvin B que “la nación rusa no existe, es una
nación de naciones y la vocación imperialista rusa impide la construcción
nacional”. Por lo tanto, podríamos afirmar que Rusia
dos siglos más tarde de la revolución francesa sigue intentando recomponerse y
constituirse como estado-nación sin renunciar a su vocación imperial, y en el
contexto de un mundo globalizado en el que muchos autores coinciden en que la
nación, o por lo menos el Estado-nación están en decadencia.
b. Contexto
político actual.
La Rusia post-soviética se ha constituido como una
federación de territorios con diferentes grados de autonomía, este federalismo
asimétrico se compone por 83 sujetos federales organizados en 6 diferentes
tipos; 21 repúblicas autónomas, 4 distritos autónomos, 1 óblast autónomo, 46
óblast y 9 krais. Las repúblicas autónomas (y algún distrito autónomo) son la
patria de lo que en Rusia se le llama, “naciones titulares” y tienen más
autonomía que el resto, así como un supuesto derecho de secesión. Los sujetos
no “nacionales” se muestran disconformes al sentirse discriminados y se
organizan a menudo como lobbies de presión.
No existe una legislación clara que atribuya competencias
definidas a los sujetos federales, así las normas que rigen
las relaciones del centro con la periferia en Rusia son 3; el tratado de la
federación 1992, la constitución de 1993 y los tratados bilaterales firmados
entre el poder central y cada uno de los sujetos. El primero otorgaba grandes competencias
y soberanía a los sujetos, mientras que la constitución lo contradecía
centralizando el poder y dictando que el derecho federal sería el prioritario.
No obstante, en la práctica las competencias políticas quedan descritas en los
tratados bilaterales, así cada distribución de competencias es un caso único y
excepcional.
Dos
repúblicas Tatarstán y
Bashkortostán ejemplifican esta complicada distribución de poderes, ambas
tienen relaciones especiales con al federación, ya que se definen como repúblicas
soberanas y esto es aceptado por el poder central aun contradiciendo la
constitución. Además poseen una economía más desarrollada que la media federal
rusa y son territorios con un sustrato musulmán en torno a territorios
cristiano ortodoxos. Tatarstán es prácticamente un estado independiente que no
firmó el tratado de 1992 y en el que la participación en el referéndum de la
constitución fue muy baja, por lo tanto el único acuerdo que lo vincula con
Rusia es el tratado Bilateral. Tatarstán posee grandes competencias y se
beneficia de un régimen fiscal que hace que su economía sea superior a la media
rusa.
La
distribución de competencias en este puzzle del federalismo asimétrico ruso, se
basa con frecuencia en la “cesión de cuotas de poder a “barones regionales”
(que suelen ser exdirigentes del PCUS transformados en élites recicladas) en el
que existen dos lógicas de actuación; la negociación centro-periferia y la
competencia interperiférica para obtener más poder del centro” (Aguilera
del Prat CR). Por lo que según Nikolai Petrokov existe en Rusia un régimen
“neofeudal” en el que el centro ha perdido su poder de arbitraje.
Putin,
con su vocación claramente imperial intentó desde la presidencia reforzar el
poder central, primero organizó los sujetos federales en 7 macrodivisiones
llamadas distritos federales y luego reformó el consejo de la federación
(cámara alta) que estaba controlado por los barones regionales. Pero este
fortalecimiento del poder central no se ha llevado a cabo sin previa
negociación y una serie de concesiones con los “señores neofeudales” que son
los dirigentes regionales.
2.
Rusia
heredera de Bizancio.
La
identidad nacional rusa se encuentra muy relacionada con el cristianismo
ortodoxo, de hecho tras la caída de Constantinopla, Rusia se consideró heredera
de la tradición imperial bizantina, se constituyó como baluarte de la iglesia ortodoxa y se llegó a decir que Moscú era la tercera
Roma. La iglesia tuvo un papel central durante el reinado de los zares pero durante
le periodo soviético fue asociada a la monarquía y al pasado y por tanto fue
censurada.
No
obstante tras la caída del comunismo la Iglesia ha adoptado de nuevo un papel
central en el estado, una ley federal rusa de 1997 sienta la base jurídica de
la supremacía de la Iglesia Ortodoxa dentro de Rusia, realza su contribución
histórica y le da el derecho a decidir sobre asuntos de estado, como el
registro de otras religiones o la elección de funcionarios. Putin fue el primer
líder desde 1917 en declararse abiertamente religioso y desde su gobierno la
iglesia ha adquirido aún más peso e influencia en la política rusa, Medviédev,
Presidente desde el 2008 ha seguido con la misma línea que su predecesor.
“El
secularismo en Rusia es más ficticio que real” (Meagan
L), la Iglesia está presente en todos los actos públicos y en el gobierno a
excepción del Tatarstán, donde su Presidente apoya al Islam en cuanto puede,
aún así la secularización de la sociedad se produce, y por eso la Iglesia
Ortodoxa teme a otras religiones (a excepción del Islam y el Judaísmo) porque
le suponen competencia. “Hay en Rusia la imagen de un nacionalismo ortodoxo
en el que Iglesia y Estado forman parte de la misma cosa” (Meyer J).
3.
La
nueva Horda de Oro.
a. Historia
y geografía del Islam en Rusia
Durante
la primera mitad del siglo XIII los mongoles invadieron Rusia instalándose en
ella y formando un estado en el sur llamado la Horda de Oro. Los mongoles
asimilaron a los pueblos túrgicos y adoptaron el Islam como religión. A finales
del siglo XIV la Horda se dividió en una serie de Kanatos que se mantuvieron
independientes hasta finales del siglo XVI (con la excepción del kanato de
Crimea que perduró hasta el XVIII) cuando fueron invadidos por el Imperio Ruso.
Por otra parte, tras la guerra Ruso-Persa de 1804-1813 Rusia se anexionaba la
parte septentrional del Cáucaso.
Estas dos conquistas explican la existencia
histórica de población musulmana dentro de Rusia y su distribución geográfica,
actualmente la mayoría de los mahometanos se encuentran en el Cáucaso, en Tatarstán
y Bashkortostán. Aunque existen importantes comunidades también en las grandes
ciudades como Moscú y San Petersburgo. Es difícil contabilizar el número de
musulmanes que hay en Rusia, las cifras bailan entre el 2% y el 21%, aunque la
mayoría de los censos apuntan más a ésta última cifra.
El
Islam también padeció cierta persecución durante la época soviética, aunque fue
más tolerado que el cristianismo ortodoxo, y muchas mezquitas fueron adaptadas
para otros usos o demolidas. “El Islam sobrevivió al comunismo en parte
gracias a la idea de igualdad que propiciaba esta religión y que estaba en
sintonía con la ideología dominante” (Malashenko A), esto no obstante no
significa que el Islam y el comunismo convivieran pacíficamente. Muchas
mezquitas fueron demolidas y los musulmanes sufrieron la represión y las
deportaciones masivas. Durante la Prestrojka y tras la caída de la URSS el
Islam ha experimentado un resurgimiento en parte relacionado con los
movimientos nacionalistas e incluso ha habido un aumento del fundamentalismo en
regiones como el Daguestán o Chechenia.
Existen
en Rusia dos visiones oficiales en cuanto al Islam, sobretodo después de la
guerra de Chechenia, una respecto a un Islam moderado, un “Islam oficial” y un
Islam considerado malo, que es el de los separatistas. Existe un consejo
islámico en Rusia formado por imanes cercanos a la postura oficial y promueven
este “Islam oficial”. Además la demanda de educación religiosa islámica ha
aumentado, más de 22.000 ciudadanos rusos han viajado al exterior, sobretodo a
países árabes, para obtener educación religiosa, volviendo la mayoría de ellos
con ideas radicales. Por lo que el Estado Ruso fomenta ahora la cooperación con
las estructuras del “Islam oficial” para procurar una educación islámica en
términos rusos.
b. Causas
y consecuencias del aumento del número de musulmanes en Rusia
El
número de mahometanos se ha multiplicado por 2 en Rusia en los últimos 20 años
hasta llegar al 18% de la población actual. Esto se debe a varias razones:
inmigración hacia Rusia desde las repúblicas de Asia Central, emigración de
Rusos a países de Europa Occidental o a Norteamérica, bajas tasa de natalidad
entre la población no musulmana (2 de cada 3 embarazos termina en aborto) y
adscripción a una u otra religión tras el desamparo ideológico que supuso la
caída de la URSS. De seguir esta tendencia en el 2050 el 50% de la población
rusa sería musulmana, de hecho actualmente el 40% de los reclutas son
musulmanes (entre la población más joven el porcentaje aumenta). Las
autoridades rusas ya se han planteado algunas medias como crear la figura de un
vicepresidente mahometano o unidades especiales dentro del ejército. En las
grandes ciudades la población musulmana ha aumentado siendo Moscú la ciudad
Europea (a excepción de Estambul) que con más musulmanes cuenta.
La
iglesia Ortodoxa se muestra preocupada por el aumento de la población musulmana
en la Federación de Rusia, esto se debe en parte a la disminución de la
población no musulmana. Sectores nacionalistas temen que Rusia se pueda
convertir en un país de mayoría musulmana y ha provocado la respuesta de los “sectores
ultranacionalistas xenófobos que incluso han adquirido arsenales cada vez más
sofisticados” (Baños Rojo P).
c. Conflicto
de Chechenia y el peligro del terrorismo islamista.
Al-Qaeda
podría estar creando alianzas con la insurgencia chechena para asentarse en el
Norte del Cáucaso, aunque el sufismo (del Cáucaso) no es aliado del yihadismo
de Al-Qaeda ambos movimientos podrían colaborar para establecer un Emirato en
el Norte del Cáucaso. “Este surgimiento de un islamismo radical en Rusia
podría atizar a los ultranacionalistas rusos y generar enfrentamientos por todo
el país” (Baños Rojo P).
Rusia
tiene y ha tenido intereses geopolíticos en la zona, como las plantas de
procesado de petróleo y las reservas de gas del Daguestán. Históricamente otras
potencias también ha intentado frenar la expansión de Rusia hacia el sur a
través de el Cáucaso. En mitad del conflicto se ha encontrado la población
local que fue sobretodo maltratada con las deportaciones de Stalin, la
injusticia social, las altas tasas de desempleo y de corrupción hacen que sea
un lugar fácil para Al-Qaeda donde reclutar voluntarios.
4.
Conclusiones.
La
nación es una construcción política de la época de la ilustración pero que ha
servido de base para organizar el mundo durante el siglo XX creando el estado
nacional, éste aspira a la homogeneización del pueblo. Los estados
prenacionales son heterogéneos, los estados imperiales presentan un gran número
de capas y grupos sociales, por lo que la formación de un estado nacional
implica también la desaparición de un estado imperial, su decadencia.
A
lo largo de la historia Rusia no ha logrado constituirse como estado nacional,
pese a diversos intentos de rusificación sigue siendo un estado heterogéneo, de
vocación imperialista y con grandes deficiencias democráticas. Ante esta
situación, y en el contexto de un mundo (yo diría sistema) globalizado donde
los estados-nación están en decadencia, se muestran inoperantes a nivel
político y económico y pierden legitimidad como actores transnacionales
(Appadurai A, Bech U), Rusia está realizando su revolución nacional. Rusia se
encuentra en la actualidad en una encrucijada, tiene una difícil integración
pues no es un estado-nación, y para conseguir una integración basada en la
ciudadanía necesita más democracia. Además el hecho de que aproximadamente el
80% sean rusos étnicos, hace difícil su desintegración
El
sentimiento nacional se ha reactivado por el hecho de que ha sido aprovechado
para crear un sentimiento de unión entre los rusos y camuflar otros problemas,
ayudando a las élites post-comunistas a mantenerse en el poder. Los actuales
dirigentes están dando un papel fundamental a la Iglesia Ortodoxa en la creación
de la nueva identidad nacional, así el buen ruso es aquel que habla ruso y cuya
fe es la ortodoxa. Esta idea de identidad basada en criterios étnicos es
excluyente, deja fuera a todas aquellas personas que no cumplen ambos
requisitos. En una época como la actual, que ha sido definida como la segunda
modernidad (Appadurai A), donde existen gran variedad de identidades
conviviendo en un mismo espacio y en un país heterogéneo donde un gran número
de habitantes no poseen estas características, la promoción de una identidad
excluyente puede generar conflicto social.
Existe
en Rusia una creciente comunidad musulmana, si el aumento de mahometanos
continúa al ritmo actual en el 2050 el 50% de la población rusa sería musulmana
y este porcentaje aumentaría aún más entre los jóvenes. La actual Rusia, cuya
identidad de asocia a la Iglesia Ortodoxa, sigue tratando a los rusos
musulmanes como ciudadanos de segunda clase, este hecho se escenifica en la ley
federal de 1997, en la participación del Gran Patriarca Ruso en la toma de
posesión de los Presidentes o en asuntos de la vida política, en los discursos
que Putin pronunció para el Ramadán y en pequeños ejemplos de la vida diaria,
como por ejemplo el intento de demolición de la Mezquita 34 en Astracán por el
hecho de situarse en la carretera del aeropuerto y ser visible para los
visitantes.
Un
país que da la espalda a parte de sus ciudadanos es un país que divide, y esta
división que crea sentimiento de estar dentro o fuera, puede promover la
reafirmación del el sentimiento nacional o étnico. Puede experimentarse un
aumento del ultranacionalismo ortodoxo ruso y puede provocar un efecto
centrípeto entre los ciudadanos musulmanes que sea aprovechado, sobretodo en el
caso del Cáucaso, por organizaciones como Al-Qaeda. Rusia debe llevar a cabo un
proyecto de transición y descentralización ordenada para evitar que el
nacionalismo ruso enfrentado al resto de minorías o “futuras mayorías”
nacionales o étnicas lleven a un conflicto armado. Rusia debe realizar reformas
profundamente democráticas para crear un sentimiento de ciudadanía basado en
derecho y deberes políticos y no en características étnicas o raciales, de lo
contrario se encontrará en un futuro posnacional, fracturada, segmentada y con
una base poblacional desunida y enfrentados los unos con los otros.
Finalmente
y como aportación personal me parece muy interesante el hecho de que Rusia,
después de tantos años no se haya constituido aún como estado nacional, es una
vez más un hecho que demuestra su singularidad. Rusia tiene la oportunidad de
aprender de los errores de los demás y de reinventarse a sí misma en base a una
auténtica democracia y a una auténtica ciudadanía inclusiva que evite el
conflicto. Sin embargo en mi opinión, los dirigentes rusos cegados en sus propios
intereses no serán capaces de ver esta oportunidad o no la capitalizarán,
dejando que Rusia pierda el tren del progreso.
5.
Bibliografía.
a. Artículos:
-
GONZÁLEZ CLAVAR C. ¿Por qué surge el
fenómeno nacionalista en Rusia?. Unirioja 2010.
-
AGUILERA DEL PRAT CR.. Asimetría
federal y relaciones bilaterales centro-periferia en Rusia. Revista Cidob
d’afers internacionals 51-52. Barcelona 2001.
-
LVIN B. Obstáculos para el desarrollo
del estado nacional Ruso. Estudios públicos, 43. (invierno 1991)
-
AALLAS E. Entre Rusia y el
mediterráneo. Quaderns de la Mediterrània
-
BARBÉ E. Identidad y frontera en
Europa: los veinticinco y sus vecinos. 2004
-
DEL LAGO A. Frentes y fronteras; notas
sobre la militarización de la contigüidad. Alteridades Julio-diciembre,
año/vol. 15, número 030. Universidad autónoma metropolitana – Iztapalapa.
México DF pp 43-49.
-
RIBERIO L. Post-imperialismo. Para una
discusión después del post-colonialismo y del multiculturalismo. Brasilia 2000
-
MACHADO S, IGLESIA A. Las fronteras de
Estonia como estado miembro de la Unión Europea. 2004
-
POZO G. La paz fría. Rusia y la OTAN
entre 1991 y 2001. School of Slavonic and Eastern European Studies. London.
b. Libros:
-
APPADURAI A. El rechazo a las
minorías. Tusquets. Barcelona (2007).
-
APPADURAI A. La modernidad desbordada.
Ediciones Trilce. Montevideo (2001).
-
BECH U. ¿Qué es la globalización?
Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Piados. Madrid (1998)
-
SERRA F. Chechenia, rompamos en
silencio. Icaria-Antrazyt. Barcelona (2008)
-
MALASHENKO A. Russia’s muslims
frontiers. Indiana University Press (1993). Islam versus communism, page 63.
-
MEYER J. Los retos de la laicidad y la
secularización en el mundo contemporáneo. El colegio de México, centro de
estudios sociológico. México DF (2008). El caso de Rusia
c. Artículos
de prensa:
d. Otros
Fran Cobos Rubio
Estat, ciutadania i multiculturalisme.
LLASC.