El viernes supimos que el número de parados en España superó los 5 millones. Hoy 1 de mayo, día del trabajador, las calles estaban repletas de gente paseando, las terrazas (con este sol) repletas de gente y en la concentración final de la manifestación, los mismos de siempre. Los medios decían unas 700 personas en Tarragona, 600 en Girona y 500 en Lleida. Todo un fracaso teniendo en cuenta la actual coyuntura.
He visto en las noticias la Plaza de San Pedro de Roma repleta de gente acudiendo a la beatificación de Juan Pablo II, beatificación no exenta de polémica tiendo en cuanta que fue el Papa que ocultó casos de pederastia dentro de la Iglesia Católica y que sus milagros son cuestionados por parte de la comunidad médica. Además me he acordado de las multitudinarias celebraciones de las victorias del Barça o el Real Madrid, en que la gente eufórica ocupa las calles, he pesando todo está perdido. La gente aún sufriendo en sus carnes el paro, la desigualdad social y los recortes sanitarios sólo piensa en el fútbol y el Sálvame, hemos perdido.
Por suerte no me conformo con mis simples reflexiones pesimistas y le he dado vueltas al tema, me he acordado de centenares de conversaciones con gente indignada, del gran éxito de ventas del libro indignaos y he pensado que el boicot a las elecciones y a participar en actos como el 1 de mayo sean tal vez una manera más de expresar la desesperanza.
Últimamente estoy leyendo algunos libros sobre globalización, y sociólogos, economistas, antropólogos y otros pensadores coinciden en que la globalización es la expresión última del capitalismo, donde los flujos de capital se mueven de aquí para allá, las multinacionales tienen su sede en un país, producen en otro y pagan sus impuestos en un tercero para vender sus productos en un cuarto. Esta globalidad económica ha venido acompañada de un cambio en la cultura, en la que hay una gran importancia de los medios de comunicación y que ha generado una sociedad global con unos problemas globales. Cuando hay inestabilidad en Libia en España sube el precio del carburante, o si hay un exceso de emisiones de CO2 en China, se deshiela el Ártico y hay sequía en Rusia.
Esta sociedad global con problemas globales está organizada políticamente en Estados-naciones con competencias locales, que resultan inútiles e inoperantes para solucionar los problemas de sus ciudadanos, que se quedan sin trabajo porque la multinacional alemana en la que trabajan ha decidido enviar parte de la producción ha un país lejano, o porque se disminuye el número de trabajadores públicos ya que Bruselas sólo permite un 3% de déficit sobre el PIB.
Tal vez la gente no está dormida, si no que no existen las plataformas sobre las que poder organizarse para dar solución a sus problemas, tal vez han dejado de creer en sindicatos y partidos políticos, porque aunque éstos tuvieran buenas intenciones tienen muy poco margen de acción. Tal vez si conseguimos crear una plataforma global podremos organizarnos y todas las Blancanieves que mordieron la manzana envenenada del desengaño despierten para cambiar el orden mundial y poder vivir todos mejor y más tranquilos.
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