El primero alababa “las autopistas alimentarias” es decir; los sistemas de transporte que permiten que una piña, cultivada y troceada en Ghana, pueda llegar a las mesas de los consumidores británicos en menos de 96 horas y “sin perder” propiedades nutritivas y gustativas. Matizo que escribo entre comillas sin perder porque dudo que no se pierdan. En el mismo se ejemplificaba como la maravillosa técnica ha permitido que Holanda, una zona en donde el sol puede considerarse más bien un bien escaso, sea el productor del 25% de los tomates consumidos, no recuerdo si en el mundo o en Europa. Las cámaras visitan un gran invernadero que en ausencia de luz solar utiliza más de 3.500 bombillas que imitan dicha luz, además un sistema de refrigeración / calefacción permite recrear un clima preciso para aumentar la productividad. La energía necesaria para tal proeza proviene de un generador que es a su vez alimentado por gas natural. El “progreso” permite que las tomateras no crezcan en tierra si no en un material similar a una espuma que permite controlar las enfermedades y añadir de forma externa nutrientes si fuere necesario.
La protagonista del segundo documental; “la doctora Royal” se dedicaba a realizar microestudios para ver que productos podía incluir en su cesta de la compra, entre ellos estudiaba los alimentos enriquecidos, los probióticos y los ecológicos. En cuanto a los alimentos ecológicos se planteaban tres cuestiones que al parecer decantan a la gente a comprarlos; si aportan más nutrientes, si al no contener restos de pesticidas son más sanos y si los animales “ecos” viven mejor y son más felices que los “no ecos”. Según dicen los estudios científicos no se puede demostrar que los alimentos ecológicos tengan más nutrientes que lo “ordinarios” y tampoco se puede demostrar que sean más sanos, porque si aunque se sabe que los “ordinarios” contienen restos de pesticidas estos no superan unos estándares, establecidos por convención, que hacen considerarlos nocivos. Pero lo que realmente (y aquí adelanto mi primera valoración) me ha impactado es la tercera cuestión: en la granja de cerdos “ecológica” que mostraban, los animales vivían a sus anchas en el pasto y se relacionaban libremente hasta que llegaba el momento de su sacrificio, mientras que en la granja “ordinaria” lo cerdos vivían en unos habitáculos con un suelo de plástico que absorbía la heces y del que nunca habían salido, además en la planta de maternidad la “madre” yacía de lado en una jaula inmóvil, mientas que los lechones mamaban al otro lado. Según la “doctora Royal” es una cuestión de opinión personal que los animales de la granja “ecológica” vivan mejor y sean más felices que los animales de la granja “ordinaria”.
Probablemente la doctora Royal tenga razón y consumir alimentos ecológicos sea una cuestión de opinión personal. Me parece evidente que los cerdos que pastan a sus anchas viven mejor que los que pasan toda su vida hacinados en un habitáculo metálico con el suelo de plástico. Pero independientemente de esto, un tomate que necesita gas natural para poder crecer, necesita también de un aliado de occidente en un país productor de gas natural, aunque este sea el presidente autocrático de Argelia. Si además este tomate crece lejos del consumidor necesita ser transportado y para esto es fundamental el petróleo y no creo que sea necesario hacer ninguna referencia a la geopolítica intrínseca del petróleo para demostrar que provoca conflictos y muertes. Además el uso del petróleo para producir fertilizantes o queroseno es altamente contaminante y favorece el calentamiento global.
Por todas estas razones el consumo de alimentos ecológicos o de proximidad es a mi entender una opción política, cuando yo compro lechugas o judías ecológicas, llenas de tierra pero también de sabor a Mika (la chica que vende la verdura que ella misma cultiva en un puestecito del mercado de los sábados) estoy realizando un acto político. Estoy favoreciendo la economía local y no estoy financiado regímenes como el de Gadaffi, si además aporto más nutrientes a mi cuerpo o no ingiero esa pequeña cantidad “insignificante” de pesticidas alabadas sean las lechugas de Mika.
Buena reflexión! me gusta y estoy con ella y con ello..., espero que poco a poco se alaben más granitos....
ResponderEliminarSinceramente creo que deberías crear un blog sobre alimentación yuyu
ResponderEliminar